Mexicanas, mexicanos
Amigas y amigos, todos:
Aun con la fuerte pandemia del COVID-19 y otras calamidades, México se transforma y progresa con justicia y paz social. La fórmula de gobernar con honradez y austeridad funciona incluso en circunstancias de crisis y a pesar de la nefasta herencia que recibimos del periodo neoliberal.
Con la política de cero corrupción, hemos podido hacer más con menos y, sin permitir lujos o derroche, hemos ahorrado cientos de miles de millones de pesos; se mantienen finanzas públicas sanas; no hemos contratado deuda adicional a lo aprobado por el Congreso; no hemos aumentado impuestos ni se han incrementado por encima de la inflación los precios de las gasolinas, el diésel, el gas y la electricidad. Asimismo, nuestra moneda, el peso, no se ha devaluado y la inflación se mantiene controlada.
Los ahorros, por no permitir la corrupción y por hacer un gobierno sin privilegios que evita los gastos superfluos, nos han permitido financiar el programa de bienestar más importante en la historia de México. Las pensiones a los adultos mayores y a niñas y niños con discapacidad; las becas desde preescolar hasta posgrado; el mejoramiento y la construcción de vivienda; los créditos a la palabra; la atención a jóvenes que trabajan como aprendices; el apoyo directo a los comités de madres y padres de familia para mantener en buen estado las escuelas; el garantizar atención médica, medicamentos y vacunas de manera universal y gratuita, entre otras acciones de desarrollo social, benefician a la mayoría de la población.
En este programa de desarrollo con sentido social destacan las acciones destinadas a rescatar el campo y a sus pobladores. Ahora los campesinos más pobres, sean ejidatarios, comuneros o pequeños propietarios, reciben apoyos directos para sembrar, se les entregan fertilizantes de manera gratuita y se benefician con precios de garantía en maíz, frijol, trigo, arroz y leche. Tanto por estos estímulos como por los créditos de la banca pública y privada, pero, sobre todo, por el acceso al mercado de Estados Unidos, la producción agropecuaria del país, a pesar de la pandemia, se incrementó en 2020 en 2 por ciento en comparación con el año anterior. En cuanto a la pesca, también aumentó el volumen de captura de las distintas especies y por primera vez se entregaron apoyos directos en efectivo a 200 mil pescadores de escasos recursos económicos.
Mención especial merece el programa Sembrando Vida, por tratarse del esfuerzo más grande de reforestación en el mundo. En esta importante labor trabajan 420 mil campesinos que reciben un jornal de 5 mil pesos mensuales para plantar árboles frutales o maderables en sus parcelas. En la actualidad se han sembrado 700 millones de plantas y se llegará a mil millones de arbolitos para cubrir una superficie de un millón de hectáreas en 20 estados del país.
Así como aspiramos a ser autosuficientes en alimentos, también buscamos producir en México las gasolinas, el diésel y el gas que consumimos, y ser independientes en la generación de electricidad.
Reitero que la política petrolera del país tiene como propósito respetar los contratos otorgados por la llamada reforma energética del sexenio anterior, pero no entregaremos nuevas concesiones para la explotación del petróleo y seguiremos protegiendo a Pemex para mantener su participación actual en el mercado de gasolinas, el diésel y otros derivados; esta política energética busca producir en México las gasolinas que el país consume y dejar de importar combustibles del extranjero. Con este fin se continúa destinando recursos para la modernización de las refinerías existentes; se reiniciará la construcción de la planta coquizadora de Tula, Hidalgo, y va a concluir a mediados del año próximo la nueva refinería de Dos Bocas, Paraíso, Tabasco; aun cuando se han descubierto tres grandes e importantes yacimientos, la extracción de petróleo se destinará a la refinación y se acabará con la práctica de exportar crudo y comprar gasolinas; es decir, toda la materia prima será procesada en nuestro país.
Esta nueva política significa no extraer más petróleo que el indispensable para cubrir la demanda de combustibles del mercado interno. En términos cuantitativos esto significa que durante todo nuestro mandato no sacaremos del subsuelo más de 2 millones de barriles diarios. De esta forma evitaremos el uso excesivo de combustibles fósiles, seguiremos actuando de manera responsable y no se afectará la herencia de las nuevas generaciones.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público continuará reduciendo los impuestos a Pemex para garantizar la ejecución de su programa de inversión, mantenimiento y operación. Pemex es una empresa de la nación y siempre contará con el apoyo del gobierno de la República.
Se terminará de limpiar de corrupción a nuestra empresa petrolera. No permitiremos nunca más casos como los de Odebrecht, o el de la compra a precios inflados de las plantas de fertilizantes ni la entrega de moches o sobornos a funcionarios y legisladores.
En cuanto a la industria eléctrica, la reforma que acaba de aprobar el Congreso permitirá reparar el grave daño que causó la privatización al sector público y a la economía popular, pues mientras el mercado de esta industria se abrió para dar preferencia a empresas particulares nacionales y extranjeras, sobre todo, con la entrega de subsidios, las plantas de la Comisión Federal de Electricidad fueron completamente abandonadas. Por ese motivo se continuará fortaleciendo a la Comisión Federal de Electricidad, empresa pública, que no puede ser ninguneada como lo hicieron los gobiernos neoliberales, dándole trato de segunda, mientras se otorgaban privilegios a empresas extranjeras como Iberdrola. Asimismo, seguiremos revisando contratos leoninos, porque no es justo que los consumidores domésticos paguen la luz con tarifas más elevadas que las corporaciones empresariales o las grandes cadenas comerciales.
En nuestro gobierno, después de un largo periodo de política neoliberal, reiniciamos la ejecución de obras de infraestructura con inversión pública. Hemos hecho a un lado los Pidiregas o las llamadas asociaciones público-privadas, que siempre han resultado onerosas y perjudiciales para el erario.
Sin contratar deuda y sin entregar concesiones, estamos construyendo con presupuesto federal carreteras, presas, hospitales, universidades, escuelas, acueductos, sistema de drenaje, plantas de tratamiento de aguas residuales, puentes, refinerías, vías férreas, centrales eléctricas, aeropuertos, cuarteles, bibliotecas, parques, mercados, estadios, unidades deportivas y otras obras.
Destacan, desde luego, la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles, el programa integral del Istmo de Tehuantepec para articular puertos, trenes y crear una vía rápida de comunicación entre países de Asia y la costa-este de los Estados Unidos de América.
Asimismo, menciono que el Tren Maya llevará bienestar a la región de mayor riqueza arqueológica, cultural y turística del país. Tan solo en la ejecución de estos tres grandes proyectos se están generando 116 mil empleos directos y alrededor de 227 mil empleos indirectos.
También informo que está en marcha la integración económica y comercial con Estados Unidos y Canadá; el acuerdo de cooperación con soberanía entre nuestros países significa producción, empleos, mejores salarios y crecimiento en el norte del continente americano, pues solo así, sumando esfuerzos, inversiones, talento y mano de obra, podremos salir adelante en el complicado escenario de la economía y del comercio mundial.
Somos conscientes de que el desarrollo nacional depende en buena medida de que logremos reducir la violencia y garantizar la plena tranquilidad pública. Con este propósito, y bajo el principio de que la paz es fruto de la justicia, estamos atendiendo a los jóvenes, creando empleos, haciendo realidad el derecho a la educación, combatiendo la pobreza, fortaleciendo valores culturales, morales y espirituales, y también, desde luego, actuando con profesionalismo, perseverancia, coordinación y respeto a los derechos humanos para garantizar la seguridad pública.
Fruto de este trabajo conjunto de todos los días son los siguientes resultados: en el tiempo que llevamos en el gobierno se redujo el robo de combustibles, el llamado huachicol, en 95 por ciento; los homicidios en 1.6 por ciento; el robo de vehículos en 40 por ciento; el secuestro en 38 por ciento; y así en casi todos los delitos del fuero común y de fuero federal. En suma, de 11 delitos considerados como de mayor impacto, solo dos han presentado aumentos; el feminicidio que creció en 8.5 por ciento, y que posiblemente antes no se clasificaba como ahora; y la extorsión en 21 por ciento.
Todo este esfuerzo para conseguir la paz se ha llevado a cabo sin violaciones a los derechos humanos, sin el involucramiento de las fuerzas federales en masacres, sin cometer tortura, sin perpetrar desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales, sin criminalizar a sectores enteros de la población, como ocurría antes. Aquí destaco la importancia de la creación de la Guardia Nacional, que ya cuenta con 100 mil elementos, los cuales operan desde 157 cuarteles construidos por los ingenieros militares en todas las regiones del país.
Expreso mi reconocimiento sincero y fraterno a las Fuerzas Armadas. Sin la lealtad de las secretarías de la Defensa y de Marina y sin su entrega al pueblo, no tendríamos los mismos resultados en seguridad, en desarrollo y en bienestar. Con las Fuerzas Armadas ayudamos a la población afectada por huracanes, inundaciones, temblores, incendios y otros siniestros, y con ellas –con las Fuerzas Armadas– contenemos a la delincuencia organizada e impulsamos la reconstrucción de la seguridad y de la paz en las regiones del país más afectadas por la violencia delictiva.
Con personal militar se cuidan las instalaciones estratégicas de la nación, se evita el robo de hidrocarburos; se enfrenta el contrabando, se persigue la corrupción en los puertos y se defiende la soberanía; se protege a migrantes y, por si fuera poco, las Fuerzas Armadas nos ayudan en la construcción de obras de infraestructura para el desarrollo del país; recordemos que sin los ingenieros militares y marinos no estaríamos en este proceso de construcción de obras y servicios, de acciones tan relevantes como el dragado o desazolve de ríos, la limpieza de playas, la construcción de canales, las sucursales del Banco de Bienestar, los cuarteles de la Guardia Nacional, los viveros para las plantas del programa Sembrando Vida, el manejo de la logística y la distribución de las vacunas contra el COVID; sin su ayuda no habríamos podido, realizar la tarea de reconstrucción o terminación de hospitales que el régimen neoliberal dejó abandonados o a medio construir.
El apoyo del personal de salud de la Defensa y de Marina ha sido fundamental para hacer frente a la pandemia, pero también para emprender la construcción del Tren Maya, el nuevo aeropuerto de Tulum y el aeropuerto Felipe Ángeles en Santa Lucía; adicionalmente, nuestros institutos castrenses han participado en la transformación de la antigua prisión de las Islas Marías en centro cultural, ecológico y turístico; en fin, el apoyo de las Fuerzas Armadas en la transformación de México ha sido fundamental y estratégico. Sin duda no habríamos podido enfrentar a la delincuencia y garantizar la seguridad de los ciudadanos con la extinta Policía Federal, que estaba podrida casi por entero, como lo prueba el hecho de que uno de los anteriores secretarios de Seguridad Pública permanece en la cárcel en Estados Unidos, acusado de asociación delictuosa y lavado de dinero; habría sido imposible ejecutar las obras públicas en curso con empresas constructoras mal acostumbradas o mejor dicho, acostumbradas al influyentismo, la irresponsabilidad y la corrupción, y con una secretaría de Comunicaciones, Obras y Transportes que había quedado reducida a una mera oficina para la entrega por consigna de contratos a empresas predilectas del país o del extranjero.
Las acusaciones de que estamos militarizando al país carecen de toda lógica y, en su mayoría, de la más elemental buena fe. No se ha ordenado a las Fuerzas Armadas que hagan la guerra a nadie; no se les ha pedido que vigilen u opriman a la sociedad, que violen las leyes, que coarten las libertades y, mucho menos, que se involucren en acciones represivas o violatorias de los derechos humanos. Por el contrario, en esta nueva etapa, la generosa y decisiva participación de nuestros soldados y marinos en acciones de desarrollo, bienestar y paz es refrendo de su lealtad a las instituciones civiles. Esa participación, además, contribuye a dejar atrás la distancia y hasta la desconfianza entre civiles y militares que se generó por las decisiones erróneas y perversas de los anteriores gobernantes.
Por eso reitero mi reconocimiento a esas dos importantes instituciones del Estado mexicano; la Secretaría de Marina y la Secretaría de la Defensa Nacional. Gracias almirante José Rafael Ojeda Durán, se lo transmite, almirante Redondo; gracias general Luis Cresencio Sandoval González.
Amigas y amigos:
En este año 2021 estamos conmemorando los 700 años de la fundación de nuestra ciudad capital. Según se afirma en los Memoriales de Culhuacán, se decía “mientras exista el mundo, no acabará la gloria y la grandeza de México-Tenochtitlan”. También en este año estamos recordando su caída, hace 500 años, por la invasión española, así como los 200 años de nuestra Independencia, alcanzada el 26 de septiembre de 1821. Para nosotros, la historia, como diría Cicerón, es la maestra de la vida y las culturas heredadas de nuestras grandes civilizaciones han sido siempre nuestra salvación ante agresiones, huracanes, temblores, inundaciones, incendios, sequías, epidemias, malos gobiernos, saqueos y otras desgracias. Por eso no debemos olvidar nuestro pasado: sus enseñanzas son la base para edificar un mejor porvenir.
En este contexto hemos celebrado ya tres actos conmemorativos. Uno, dedicado a Vicente Guerrero, líder popular e independentista; otro, para recordar la promulgación del Plan de Iguala y la creación de nuestra bandera; y, recientemente, el 25 de marzo, en Champotón, Campeche, honramos la resistencia indígena y condenamos el racismo. En estos encuentros de reflexión y diálogo nos acompañaron Martín Luther King, hijo del gran luchador de los derechos civiles; Alberto Fernández, presidente de Argentina, y Luis Arce Catacora, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. También se tienen programadas para los meses próximos exhibiciones de piezas arqueológicas y códices, así como la participación de delegaciones artísticas de varios países, con la asistencia de mandatarios o líderes sociales o sectoriales de diversas expresiones políticas, étnicas, sociales y culturales del mundo.
Entre muchas otras cosas destaco la reedición de 2 millones 100 mil libros, que se van a distribuir de manera gratuita, de 21 destacados autores, que han dejado con sus obras constancia de la grandeza cultural de México. Cito los títulos y a los autores: El laberinto de la soledad de Octavio Paz; Tomóchicde Heriberto Frías; Crónicas de amor, de historia y de guerra de Guillermo Prieto; Balún Canan de Rosario Castellanos; El libro vacío de Josefina Vincéns; Canek de Ermilo Abreu Gómez; Noticias biográficas de insurgentes apodados de Elías Amador; Paseo de la Reforma de Elena Poniatowska; Los de abajo de Mariano Azuela; La sombra del Caudillo de Martín Luis Guzmán; Río Subterráneo de Inés Arredondo; El libro rojo de la independencia de Vicente Riva Palacio y Manuel Payno; Breve historia de la guerra con los Estados Unidos de José C. Valadés; Apocalípstik de Carlos Monsiváis; Tiempo de ladrones de Emilio Carballido; Muerte en el bosque de Amparo Dávila; Antología de la poesía del siglo XIX de varios autores; Y Matarazo no llamó… de Elena Garro; Tiene la noche un árbol de Guadalupe Dueñas; Pueblo en vilo, de Luis González y González y La revolución de Independencia de Luis Villoro.
Amigas y amigos:
Pese del tremendo daño causado por la pandemia de COVID-19, que además del sufrimiento de millones de enfermos ha provocado un inmenso dolor a familiares por la pérdida de sus seres queridos, poco a poco vamos construyendo una nueva normalidad. En estos últimos tiempos han bajado los contagios, las hospitalizaciones y lo más importante, los fallecimientos y, precisamente ahora, estamos contando con más dosis de vacunas para proteger lo más pronto posible a toda la población. Ya comenzamos con los más expuestos a contraer el virus y con los más vulnerables. El plan de vacunación comenzó con el personal de salud de hospitales COVID y ahora estamos atendiendo a los adultos mayores de 60 años de todo el país.
Contamos, hasta el día de hoy, con 12 millones 334 mil 445 dosis y hemos aplicado, hasta hoy también, 7 millones 401 mil 513 y reitero el compromiso de terminar de vacunar a todos los adultos mayores del país en este mes próximo, en el mes de abril. De esta manera, según los especialistas, se podría reducir la mortalidad por COVID en un 80 por ciento. Además, inmediatamente después de concluir con la población adulta, vamos a vacunar a los trabajadores de la educación, tanto del sector público como del sector privado para reiniciar clases presenciales, de ser posible antes de terminar el ciclo escolar.
Termino en este caso informando que tenemos contratos para recibir vacunas suficientes y proteger pronto, muy pronto, a toda la población. Además, dos vacunas se están envasando en México –CanSino y AstraZeneca–, y ya se empezaron a producir millones de dosis por semana de estas dos vacunas. Aprovecho para agradecer a todas las empresas farmacéuticas y centros de investigación por su actuación responsable; ya hablé de dos vacunas, y agrego Sinovac; el Centro Gamaleya, que desarrolló la Sputnik V; y Pfizer, compañía que se ha comportado a la altura de las circunstancias. Asimismo, en nombre del pueblo de México, expreso nuestra gratitud a los gobiernos de Argentina, Rusia, India, China y Estados Unidos.
En este asunto tan profundamente humano, no hay cabida para el egoísmo o las disputas hegemónicas. Por encima de todo, debe prevalecer siempre la fraternidad universal.
En lo económico y en lo social también vamos saliendo de la crisis; la actividad productiva y comercial empieza a reponerse sin que hayamos recurrido al endeudamiento, sin aumentar impuestos y sin gasolinazos, solo con los ahorros por el combate a la corrupción, con eficiencia administrativa, con mucho trabajo y con austeridad republicana. El pronóstico de crecimiento para este año ha ido subiendo y ahora, hasta los más precavidos, aceptan que será del 5 por ciento. En mi opinión, a mediados de este año, nuestra economía habrá recuperado los niveles previos a la pandemia. Pienso también que los sectores más afectados, como el turismo, el comercio, los restaurantes y otros servicios, volverán a florecer.
Así también lo indican los resultados, los datos: del millón 117 mil 584 empleos formales que perdimos, ya hemos recuperado 538 mil 13; esto se ha logrado también gracias al apoyo de los migrantes que, en 2020, enviaron a sus familiares 40 mil 600 millones de dólares, una cifra récord, y que siguen, nuestros paisanos, héroes y heroínas vivientes siguen mandando dinero a sus familiares en México; en este primer trimestre tenemos datos y hemos hecho una estimación que van a aumentar las remesas en º13 por ciento en relación con el mismo periodo del año pasado. También han incidido en este horizonte esperanzador las decisiones que tomamos de destinar más presupuesto para el bienestar y entregar estos apoyos de abajo hacia arriba, con lo que evitamos una crisis de consumo.
Para ilustrar esta afirmación, baste con el dato de que las tiendas de autoservicio han aumentado sus ventas de marzo de 2020 a la fecha; es decir, durante todo el año de pandemia, en 6 por ciento. En fin, la gente no ha dejado de contar con ingresos para alimentos y bienes básicos, no tenemos crisis de bienestar social y no hay saqueos ni un repunte delictivo por hambre, desesperación o desamparo.
Desde luego, todavía hay desgraciadamente en nuestro país, mucha pobreza y nos falta alcanzar el objetivo central de vivir en una sociedad mejor, más fraterna con más igualdad, justicia, democracia y libertades; completamente libre de las rémoras del clasismo, de la discriminación y del racismo, pero hacia allá vamos, en busca de esa maravillosa utopía, de ese fecundo y bello ideal de ser felices por estar bien con nosotros mismos, con nuestra consciencia y con el prójimo.
Muchas gracias.
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
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